ESCRIBIR UNA NOVELA: la planificación

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¿Qué pensabas? ¿Que uno se sienta, pone los dedos en marcha, y la novela sale sola, sin pensar? ¿Sí? Lamento ser la aguafiestas de turno, pero no creo que esto suceda con demasiada frecuencia, salvo a esos que dan asco. Y menos todavía cuando empezamos a escribir.

Cuando somos bisoños, y todavía no sabemos muy bien cómo va esto de montar una novela, trazar un diseño previo resulta imprescindible. Nos ayuda a ordenar las ideas, a delimitar lo que queremos que aparezca, a organizar los acontecimientos con coherencia para no meter la pata (con repeticiones, o con olvidos, por ejemplo). Además, nos ayuda a conocer mejor la historia y los personajes; a interiorizarla, para que luego brote más fluida la escritura. El fruto final de la planificación de la novela es el mapa de la misma: la sinopsis por capítulos. Esta nos ayuda a organizar el material narrativo por orden de presentación en la novela (que no tiene por qué ser el cronológico: hablaremos de ello). El resultado es una guía que resulta muy eficaz para que comprobemos el equilibrio global de nuestra novela, pero sobre todo, para que sepamos qué tenemos que escribir después.

Créeme: es muy desesperante terminar un capítulo, sentarte al día siguiente, lleno o llena de ilusión, con la música de Rocky en nuestra cabeza, y encontrarte a los diez minutos con que no tienes ni idea de por dónde seguir escribiendo. Otras veces lo que ocurre es que nos sentamos llenos de energía a escribir y lo que habíamos pensado que duraría un capítulo entero nos ocupa dos párrafos (también hablaremos de cómo espesar un argumento). ¿Y ahora qué? Teníamos la intuición de que, conforme escribiéramos, los personajes cobrarían vida y nos indicarían el camino, pero los muy ca***es no han dicho nada: esa magia de la que todos los escritores hablan no ha funcionado. ¿Pero no campaban por sus respetos los personajes y, poco menos, que decidían ellos qué pasaba? Entonces empieza la ronda de autopreguntas y los pensamientos flagelantes, del tipo: nunca serás un escritor; Pero ¿qué esperabas ……… —rellena con tu nombre—?, ¿que serías capaz?; Será mejor que aprenda a hacer punto, que al final al menos tendré un jersey…

También sucede que la conciencia se pone en marcha y nos recuerda todas esas actividades importantísimas, urgentísimas que es vital que hagamos antes que continuar con nuestra novela: limpiar los azulejos del cuarto de baño (incluso blanquear los intersticios); coserle el dobladillo al baby de la niña; empezar a leer el Ulises de Joyce, ¿cómo pretendo ser un escritor sin haberlo leído?; comprar un bolso nuevo o llamar a la abuela. ¿Te suena?

Superar el desaliento lleva más trabajo que sentarse a pensar sobre lo que queremos escribir. También es verdad que esto es un buen filtro para las verdaderas vocaciones. La selección natural actúa en este momento y es aquí cuando los escritores verdaderos tiran de cabezonería. Si son listos, en lugar de volver a darse testarazos contra la misma pared, dedicarán algo de tiempo a trazar, al menos, algunas líneas maestras para su historia.

Dibujar esa especie de mapa que es la sinopsis por capítulos, nos ofrece la posibilidad de recurrir a él en los momentos en los que la escritura se atasca, o se extravía por recovecos que hacen que perdamos el sentido y el objetivo de la narración. Te aseguro que cuando empezamos a escribir esos momentos pueden ser numerosos. A veces nos ponemos creativotes y creemos incluso que meter un extraterrestre en nuestra novela victoriana es un ejercicio experimental de p*** madre con el que pariremos un nuevo género. Este entusiasmo suele ceder pronto y la lucidez regresa. El peligro es que entonces, aburridos y exasperados, abandonemos la absurda idea, ¿en qué estaría yo pensando?, ¿escribir una p*** novela?

Cuando no tenemos experiencia en escribir novelas lo más lógico es que partamos de un plan previo, que hayamos pensado y anotado de qué vamos a hablar, qué necesitamos narrar, dónde y cuándo.

Seguro que has oído hablar de la distinción escritores de mapa o escritores de brújula. Los primeros son los que preparan de forma más o menos exhaustiva la planificación de la historia antes (y/o durante) de empezar la escritura. Los segundos son los que, a partir de una idea germinal (un personaje con un conflicto; una frase potente de comienzo; un desenlace…) tiran del hilo al mismo tiempo que escriben. La propia historia les orienta hacia el desenlace. Creo que solo se puede ser escritor de brújula y obtener buenos resultados cuando ya se tiene cierta experiencia o cuando somos de esos que dan asco.

Los demás mortales necesitamos tomar notas y sentarnos a pensar qué queremos contar y cómo lo vamos a hacer. En función de tu personalidad, de qué tipo de escritor seas, serás más o menos detallado con esta planificación. A veces el cuaderno que dedicamos a las notas de la planificación abulta más que la novela en sí. Otras veces tomamos esas notas, llenamos por completo ese cuaderno y no las volvemos a releer jamás. ¿Significa eso que hemos perdido el tiempo al diseñar? [button link=»http://www.youtube.com/watch?v=2ZubtDWbxeE» bg_color=»#2b6e9e» window=»yes»]Pincha para oir la respuesta[/button]

Al pensar y escribir esos pasos hemos conseguido conocer mejor la historia que late en nuestras cabezas. Se trata de eso. Al final, toda la información debe de estar bien asimilada en nuestros cerebritos para que la escritura surja fluida, de una pieza. Y para que seamos auténticos.

 Como bienvenida al blog os ofrezco un pequeño regalo. Si te suscribes a mi newsletter, recibirás lo que he llamado “Guía rápida para empezar a escribir una novela”. En ella encontrarás resumidos de una forma gráfica y clara los aspectos, en mi opinión, fundamentales para que traces un diseño básico de tu historia y que puedas arrancar con la escritura.

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RECOMENDACIONES ANTES DE PUBLICAR NUESTRAS NOVELAS (I)

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Salvo algunas almas puras, los que escribimos solemos querer que nos lean.  Publicar por nuestra cuenta en Internet es fácil, nos sirve para motivarnos (y también para calmar muchos egos) y para darnos a conocer.  Pero no creo que me equivoque mucho si afirmo que la prueba de fuego de todo escritor es conseguir que una editorial apueste por su texto y acceda a publicar su novela.

El mercado editorial parece estar en crisis, entre el ebook y la economía, pero lo cierto es que sigue habiendo una buena montonera de ejemplares en las librerías y que, aunque tal vez duren más tiempo allí que hace un par de años, las mesas de novedades siguen estando repletas. Así pues, y aunque el burdo rumor siga sonando, que los autores noveles no tienen nada que hacer en estos días, imagino que habrá que seguir intentándolo. Así es el juego.

Para valientes, por lo tanto, van estos comentarios que quizá puedan servir de alguna ayuda.

 

1- Escribe una buena novela.

Parece algo muy básico, ¿verdad? Pero es fácil escuchar quejas sobre lo malos que son los editores que han despreciado nuestras novelas y luego toparnos con textos que no es que sean malos per se (todo tenemos derecho a escribir malas novelas, si nos da la gana y, sobre todo, cuando estamos empezando) es que están escritas con descuido y autocomplacencia.

Es posible que sea ingenua, lo sé, pero yo creo que cualquier buen lector que se arranque a escribir sabe de las debilidades de sus textos. Otra cosa es que no se lo reconozca a nadie y que los defienda con uñas y dientes: pero yo creo que en nuestro fuero interno sabemos cuando algo falla, incluso si no somos capaces de identificar qué demonios es. Pues bien: antes de mandar la novela en serio y de jugar nuestras bazas, tendríamos que haber puesto remedio a esos fallos, o haberlo intentado al menos.

No hablo de cuando terminas tu manuscrito, lo repasas mil veces y, a pesar de que eres consciente de que es imperfecto, y de que le falta mucho para parecerse a cualquiera de tus novelas favoritas, estás convencido de su valor y de que es una novela digna de ser leída.

Creo que un buen criterio puede ser jugar a proyectarnos en el futuro, a visualizarnos en la ceremonia de entrega del Nobel de Literatura, con nuestro traje de gala, nerviosos perdidos y con el dinero del premio ya repartido en nuestra cabeza. La idea es hacerse esta pregunta: ¿me avergonzaría, en esa ceremonia, de esta novela que quiero que me publiquen? ¿Seguiría considerándola entonces imperfecta, pero digna, adecuada para un escritor que empieza su carrera?

Es posible que pida demasiada lucidez. Y también soy consciente de que las almas perfeccionistas, obsesivas e inseguras pueden estar tentadas a no intentarlo jamás y seguir escribiendo para el cajón (ese lector fiel). Cada uno con su tumbaíto. En cualquier caso no creo esté de más en ningún momentocuestionarnos un poco a nosotros mismos, hacer examen de conciencia y preguntarnos: ¿de verdad es este texto lo que mejor que tengo que decirle al mundo?

Quizá me llamen reaccionaria pero sí: hablo de valores. Hablo de buscar la excelencia. Hablo de amor propio y también de conciencia social: ¿de verdad quiero dejar más basura circulando?

Continuará…

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